sábado, 15 de junio de 2013

AVISO; DAÑOS MENTALES

No sabia ni cómo, ni cuándo había empezado a besarle. Tampoco se decir cuándo le metí mano, por no hablar de que ya ni me acuerdo, de cómo me acuerdo de todo esto. Total que todo lo que he dicho hasta ahora no tiene mucho sentido.
Me separé de él. No podía, no. Era mi amigo no era plan de tirármelo en su sofá. Le oí carraspear y un secó "¿Juegas?" mientras me pasaba unas cartas de póker. Yo asentí y cogí las cartas. En silencio nos pusimos a jugar.
-Hola- Mario llegó. Le oí llegar hace rato pero supuse que estaba en el garaje- ¿Puedo jugar?
-Claro toma- mi siempre compañero de juegos le dio las fichas y recogió las cartas.
No me acuerdo, para variar, cuando abrimos la botella de bourbon, ni tampoco cuando la acabamos. Pero eso importa poco.
Seguimos algo más de tiempo, hasta que la voz profunda y serena de Manu me sacó de mis pensamientos.
-Sky, ¿Te liarias conmigo?
-¿qué?- la pregunta me sorprendió.
-¿Y conmigo?- vale, todo se me acababa de ir de las manos. Recordé como semanas antes había pensado cosas no tan normales. Cosas como montarme un trio con esos dos mellizos que me traían comeduras de cabeza y pensamientos no muy normales.
Una sonrisa maliciosa se dibujo en mis labios. Oh sí, sacaría provecho a eso.
-Bueno, puede
-¿Puede? O vamos- baje la vista a mis cartas. Pude sentir la respiración de uno de los dos hermanos en mi oreja.
-Entonces ¿Lo harías con los dos?
-Puede- no pensaba dejar mi orgullo de lado y decir que sí tan fácilmente.
Hay todo dio un giro. Sentí los labios de Mario sobre los míos y las juguetonas manos de Manu sobre mis caderas. El orgullo por la ventana joder. Ya ¿qué más daba?
Ya no sabia ni quien me besaba, ni quien me acariciaba. Empuje al sofá al primero que pille y me tire, literalmente, de rodillas sobre él. Pocos segundos después sentí unos brazos rodearme la cintura y levantarme. Refunfuñé. Todo esto me abrumaba, pero me encantaba. Mi camisa voló al igual que las de mis compañeros. El más alto atrapó mis labios, mientras que el moreno besaba mi cuello y hombros. Maldita sea, yo también quería divertirme. Mordí lo que pille básicamente, bajando desde el cuello hasta el bien, muy bien, formado vientre de Mario. Bingo. Desaté sus pantalones y el se encargo de lanzarlos lejos, bien lejos. Unos brazos me volvieron a rodear por las espalda, recordándome que Manu estaba allí. Me dí la vuelta y lo empuje. Rechistó. Oh no, eso si que no. Tenia que ser torturado, estaba claro. Hice el mismo proceso que anteriormente con su hermano y no me lo pensé. Adiós cordura y sentido común. Me lleve a la boca todo lo que me pude y más. Oí un suspiro largo por su parte. Sonreí. Al rato me separé y volví a oir un suspiro, uno de insuficiencia. Le saqué la lengua. ¡Qué se lo hubiera pensado antes!
Me puse de rodillas en el sofá con intención de tomar aire, algo que me sirvió de poco. Oí un "mía" detrás de mí y poco después una rodilla en mi entrepierna. Unas manos llegaron a mis caderas,
levantándome y haciéndome caer en las piernas de alguien. Me revolví impaciente y una risilla invadió mis oidos, sordos de gemidos y gruñidos. Rodee con mis piernas la cintura de el de pelo corto y me volví a revolver inquieta. En cuestión de milésimas ya tenia su... Mm... ¿Enorme? Amigo dentro de mí. Estaba impaciente, yo quería moverme y protestar y, muchas más cosas. Empezó un ansioso vaivén entre nosotros, mientras que sentí el cuerpo de Manu detrás de mí. Apoye mi cabeza en su hombro y mordí, mejor dicho, mastiqué su oreja. Y hay estaba yo, besando y mordiendo a uno de ellos mientras que el otro me violaba literalmente.
Mi violador dejó de moverse para segundos después salir de mí con velocidad. Mierda. Yo quería más. Y cómo si mi me leyera la mente, mi antes apoyo para morder y besar hay estaba, satisfaciéndome con una sonrisa en la cara. Pasaron unos minutos, de placer sin control cuando sentí algo detrás de mí, y segundos después, me sentí llena completamente, nunca mejor dicho.
Estó era abrumante, enloquecedor. Yo estaba en un climax indescifrable, creía que me rompía. Ya no sabia donde agarrarme.
En poco después, ambos desaparecieron de mí. Me tumbé en el gran sofá y sonreí complacida. Vale, esto había que repetirlo.
Cerré los ojos con fuerza ¿Esto era un sueño? Al cerrarlos sentí los labios de alguien sobre los míos. Abrí un ojo y vi a Mario besandome. Sonreí feliz.
Me desperté con pesadez, miré a los lados. Y tenían pinta de angelitos, madre mía...